María Hilda, una mujer resiliente

Caminaba con una bolsa que sujetaba entre su brazo y su torso, pero no parecía apurada y fue por eso que nos decidimos a hablarle. Se llama María Hilda y nació en el sur. Cuando tenía 7 años perdió a ambos padres en un accidente y por ese motivo se vio obligada a migrar a la capital donde vivió un tiempo con una abuela; pero antes de cumplir un año con ella, su abuela también falleció.

Después de esto se mudó con una tía de quien no tiene buenos recuerdos, pues la trataba con desprecio. Se fue de esa casa en cuanto pudo y vivió con una madrina el resto de su niñez. Recuerda que desde su llegada a la casa de su madrina debió trabajar en distintas labores domésticas, lo que endureció su estadía allí. No obstante, dice guardarle mucho cariño a ella y a su familia. Para superar el dolor de su pasado, María realizó una terapia que le permitió sanar y mirar hacia el futuro.

Ella permaneció soltera y no quiso tener hijos. “Yo pensé en mí”, nos dice, y eso es lo mismo que les decía a las personas que la llamaban egoísta por tomar la decisión de no parir. Incluso la han llamado solterona, pero ella se defiende alegando que está así por su propia decisión y no porque le hayan faltado las oportunidades.

En la actualidad mantiene una relación de afecto con un sobrino a quien le tiene mucho cariño pero no ve tan seguido porque trabaja en minería y se ausenta por largos períodos de tiempo. Nos dice que ahora está bien, que ha cumplido sus metas y que sus días los disfruta tejiendo, bordando y cosiendo, que es lo que más le gusta hacer.

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